Estos micro-ensayos se entraman de forma gruesa con un fundamento filosófico-político que soporta cada argumentación: la relevancia de la presencia política de las y los comunes y corrientes del pueblo, históricamente expulsados y fenoménicamente aparecidos por la recuperación de los medios afirmativos de su vivir. De allí la actoría de octubre, relevada incansablemente aquí y erigidos como punto neurálgico de toda reflexión: las y los comunes y corrientes del pueblo, insumisos y emergentes de los intersticios que escapan al despliegue totalizante de la dominación; las y los comunes y corrientes del pueblo, ajenos a toda economía y política personal de afirmación identitaria individual.