En un país poco acostumbrado a la memoria no museográfica como práctica, más dado a construir su propia silueta casi exclusivamente desde el lugar que el poder le cede a la Historia —el lugar de los medios, de los acuerdos, del decirle no a la lectura crítica del pasado—, Carrascal boca abajo, de Claudio Rodríguez, viene a ponernos al día con una deuda simple y transparente como una gota de agua: la idea de Chile como cristalización del ideal republicano es una farsa; lo fue después del ‘73 —en lo que todos podemos estar de acuerdo—, pero también antes. La tortura, el asesinato político y los hilos de la intriga manejados desde la oscuridad del poder oligárquico son cosa vieja. Antes de la DINA y la CNI estuvieron los guatones de la PP. Y Rodríguez desmonta el mito de manera minuciosa, haciendo de la reconstrucción del asesinato del periodista Luis Mesa Bell, militante de la Nueva Acción Pública (NAP), no sólo una pieza narrativamente vigorosa, sino también un duro ejercicio de revisión histórica, de montaje y desmontaje político, que permite entender mucho de ese futuro que es nuestro pasado.